Una familia turista proveniente de la Florida decidió escapar del calor sofocante y dirigirse a las frescas montañas de Asheville en Carolina del Norte. Habían escuchado maravillas sobre el Arboretum y estaban ansiosos por descubrirlo por sí mismos.
Los Delgado fueron recibidos por la brisa fresca de las montañas y el aroma de las flores silvestres. El contraste con el clima de la Florida era refrescante, y ya sentían que la aventura valía la pena.
La primera parada fue en el módulo de acceso, donde pagaron el ticket por $20, recogieron el mapa y recibieron las indicaciones que una amable trabajadora.
Quedaron maravillados por la colección de árboles en miniatura, algunos con formas y estilos tan únicos que parecían sacados de un cuento de hadas. Continuaron su recorrido hacia el jardín de plantas nativas, donde aprendieron sobre la flora local, entendieron la importancia de estas plantas para el ecosistema y cómo muchas de ellas tenían usos medicinales que los nativos americanos habían descubierto hace siglos.
Encontraron un área de picnic con una vista espectacular de las montañas. Sentados bajo la sombra de los árboles, disfrutaron de un almuerzo campestre mientras admiraban el paisaje y aprovecharon ese tiempo para descansar.
Luego decidieron caminar por uno de los senderos recomendados, que los llevó a través de un bosque de robles y arces, con pequeños riachuelos cruzando el camino. La caminata fue tranquila y rejuvenecedora, con el sonido del agua y los cantos de los pájaros creando una atmósfera perfecta de paz.
La familia Delgado, regresó a su carro con la promesa de regresar algún día, y mientras se alejaban, miraban por las ventanas las montañas de Asheville, sabiendo que este viaje sería recordado con cariño. Para estos turistas de la Florida, el Arboretum de Carolina del Norte había sido una joya escondida, una aventura que superó todas sus expectativas y que siempre recomendarían a otros.