Cada fin de semana de verano, las familias locales y turistas tienen un punto de encuentro: se dirigen a las majestuosas montañas de Asheville para disfrutar de los atardeceres. Esta actividad es muy común ya que cada experiencia destaca la belleza natural que rodea la ciudad.
La ruta hacia las montañas es siempre una aventura en sí misma. El paisaje cambia conforme avanzan, con árboles frondosos y ríos cristalinos que les dan la bienvenida. Al llegar al mirador favorito de la familia o el registra el mapa de su teléfono celular, es un lugar perfecto que ofrece la mejor vista a las montañas humeantes.
El sol empieza a descender lentamente, pintando el cielo de tonos anaranjados, rosados y púrpuras. Los niños corren y juegan mientras los padres se recuestan, tomados de la mano, disfrutando del momento de paz y conexión. A veces, otros amigos o familiares se unen, y la tarde se llena de risas, conversaciones y, ocasionalmente, canciones interpretadas por bandas locales, junto a ricas bebidas y snacks.