Xoloitzcuintle

Para los aztecas, este canino era muy especial y respetado por ser un regalo del dios Xólotl para ser guía de las almas de los difuntos que viajaban al Mictlán o inframundo.

La leyenda del Xoloitzcuintle, el perro azteca

El Xoloitzcuintle es un ejemplo de tradición y amor por nuestros mejores amigos: los perros

Esta particular raza de perros ha sido venerada desde tiempos prehispánicos, pues era la creencia en eso tiempos, que estos bellos animales eran guardianes de los espíritus, que guiaban a las almas de los fallecidos por el largo y difícil camino por Mictlán, la ciudad de los muertos.

La función más importante que se creía cumplían los Xoloitzcuintles, era la de ayudar a pasar a las almas por un profundo y caudaloso rio que atraviesa la tierra de los muertos.

Si la persona en vida había tratado mal a los animales, especialmente a los perros, el Xolo se negaría a ayudarlo a pasar, por lo cual perecería y no sería capaz de pasar.

Sin embargo si la persona había tratado bien a los perros cuando se encontraba con vida, el Xolo gustoso, tomaría el alma, la pondría sobre su lomo y la llevaría a salvo hasta el otro lado.

Los Xoloitzcuintles no solamente eran valorados en el mundo espiritual, sino también cuando estaban vivos, pues eran asociados a Xolotl, el dios de la muerte, con el cual deberían ser bondadosos si querían gozar de una muerte agradecida y sin sufrimiento.

La leyenda del Xolo cuenta que si este es color negro, no podrá llevar a las almas del otro lado del río, pues su color indica que él ya se ha sumergido en el río y ha guiado ya a suficientes almas a su destino. De igual forma, si el Xolo es blanco o de color muy claro, tampoco podría atravesar el rio, pues eso significa que es muy joven y aún no ha podido alcanzar la madurez para lograrlo.

Solamente cuando son de un color gris jaspeado, (que es lo usual en ellos) podrá llevar a cabo esta importante tarea.

De esta forma podemos ver como nuestros antepasados nos han heredado a través de la cultura y la tradición, el amor y el respeto por estos bellos animalitos que se han vuelto parte de nuestra vida, y que nos acompañan y guían tanto en vida como en muerte.