Durante la época de la Colonia, se introdujo la caña de azúcar a nuestro país. Con ésta se preparaba el piloncillo y el azúcar como los conocemos.
Poco a poco se fue popularizando y hoy muchos de los dulces tradicionales, son elaborados con azúcar de caña.
Los españoles trajeron las técnicas que ellos utilizaban para hacer dulces típicos a nuestro país y los dulces eran elaborados por las monjas que poco a poco fueron introduciendo técnicas y recetas típicas españolas, pero adaptándolas a las frutas y sabores de México.
La tradición dulcera en nuestro país es muy importante en diversos estados que aún elaboran los dulces de la manera original.
Puebla es uno de los estados que tiene una larga e importante historia al respecto, gracias a la gran cantidad de conventos que hay ahí. Tlaxcala, Hidalgo, la CDMX y Querétaro, también tienen una larga y reconocida historia.
Existe una vasta variedad de dulces típicos mexicanos como: camotes, glorias, mazapanes, buñuelos, entre muchos otros. Pero un dulce que pocos conocen, son las lagrimitas de anís.
Esta golosina de origen poblano lleva varios años fabricándose en nuestro país. Son un dulce típico que en el siglo XIX se ofrecía en ocasiones especiales como fiestas y reuniones.
Son pequeñas gotitas de azúcar que por fuera son sólidas y por dentro líquidas con anís. Existen diferentes colores dependiendo el sabor: limón, naranja, cereza y menta.
Su procedimiento es muy laborioso, ya que, hay que girar el molde varias veces hasta conseguir muchas capas y lograr que el centro sea líquido.
Esta tradición se ha ido perdiendo con los años y son muy pocos los lugares que las elaboran. En Tlaquepaque Jalisco, el señor Luis del Hoyo tiene una dulcería tradicional llamada Nuestros Dulces, donde se han dedicado a rescatar los dulces típicos mexicanos, incluyendo las lagrimitas.
Regularmente en el centro histórico de la ciudad también puedes encontrar lagrimitas en dulcerías como Celaya y algunos puestos en el mercado de la Merced.