Historia y Celebración del Señor del Nicho

En el curso del segundo tercio del siglo XVI, los frailes agustinos encabezados por Fray Agustín de la Coruña, construyeron en Tlapa un convento dedicado precisamente al organizador de su cofradía. San Agustín es uno de los santos más glorificados de la iglesia católica por su sabiduría fue obispo de Hipona, habiendo muerto en el año 430 d.C. su madre fue Santa Mónica.

El 22 de mayo de 1533 desembarcaron en Veracruz los siete primeros agustinos encabezados por Prior Francisco de la Cruz, luego de su arribo dieron inicio a su evangelio, tocándoles a Agustín de la Coruña, Jerónimo González, de San Esteban, Jorge de Ávila y otros llevar la religión a la parte oriental de lo que hoy conforma el estado de Guerrero.

Los conquistadores españoles se habían adueñado de la región a partir de 1522, para introducir la religión, Fray Agustín de la Coruña una vez construido el magnífico convento hizo traer un Cristo debidamente tallado, su origen era plenamente desconocido, la figura estaba perfectamente realizada no faltándole ningún detalle, del costado derecho parecía compungido por el dolor de los aceros, los clavos de los pies y manos eran lacerantes, de las espinas de la cabeza patente podía observarse como le manaba la sangre que le cubría la frente.

En una gran sala del convento fue colocada la Santa Escuela en donde a los niños se les enseñaba la doctrina, los frailes en su recorrido bautizaban a cientos de indios que luego de haberles hablado de la nueva iglesia se convertían al catolicismo, la cruz y los santos fueron sustituyendo a los antiguos ídolos, los que eran destruidos.

Muertos los evangelizadores y substituidos por otros que continuaron su apostolado, un grupo de indios hostiles cierta noche llegaron al convento de San Agustín, tomaron a Cristo yéndolo a enterrar a un lugar secreto, dentro del caserío de la nueva población de Tlapa. Al día siguiente la gente amaneció con la terrible noticia de la desaparición del cuerpo del Señor, quienes lo habían hurtado no dejaron el menor rastro de su fechoría, muriendo con el tiempo todos ellos sin decirle a nadie en donde habían enterrado esa preciosa talla. Se cuenta que con motivo de la expansión de las instalaciones sacras terrenos que antes servían de caballerizas del convento fueron destinadas para el curato.