En las tierras del Mayab, en Nan Chan, vivía un príncipe muy apuesto su nombre Chacdziedzib (pájaro cardenal) por ordenes de su padre, él era prometido de una princesa de tierras muy lejanas, que el no conocía.
Él no escuchaba a su padre, se había enamorado de una bella muchacha plebeya de nombre Nicté-Ha, hija del guardián del Cenote Sagrado.
Los jóvenes se veían a diario, por las noches a escondidas junto al espejo de agua y se decían cuanto se amaban. Chacdziedzib siempre tenía puesta una túnica roja, le gustaba escribir poemas a su amada, se las leía y ella muy emocionada se derretía al escucharlas
¿Que sentían los jóvenes?
Solo una persona lo sabía, la nana del príncipe, que lo cuidó desde que era un bebe, la nana se imaginaba que esas huidas de noche era por una joven prohibida.
Hasta que el sacerdote descubrió a los enamorados, sintió envidia al ver como se amaban, no permitiría que una plebeya se convirtiera en reina de Nan Chan, Nicté- Ha tenía que desaparecer, debía apartarse del futuro rey.
El Gran Sacerdote, pensaba como desaparecer a la muchacha, tenía que ser cuidadoso, y pensó en voz alta, como iba asesinar a Nicté Ha, la nana lo escucho y se lo dijo al príncipe.
Chacdziedzib envió a su nana por su amada que la llevara al palacio, una vez ahí la haría su esposa, luego se lo diría a su padre, fue inútil, el sacerdote descubrió lo que planearon, siguió a la nana cuando cruzaba la selva, la atacó y le dio muerte. Nicté-Ha no sabía nada de lo que sucedía y del peligro que corría.
El príncipe al ver que su nana no volvía puso su capa roja apresuro sus pasos, su corazón le gritaba que su novia estaba en peligro, Nicté-Ha estaba sentada junto al cenote viendo su rostro bello en el agua clara, llegó Chacdziedzib la vio tranquila respiró aliviado y la abrazó, mientras se besaban, una flecha envenenada atravesó el corazón de Nicté Ha con la fuerza de la flecha ella cayó dentro del Cenote Sagrado desapareciendo de la vista del príncipe, lo único que se veía era el huipil que flotaba en el agua.
El sacerdote escondido detrás de unas rocas, no pudo soportar ver las caricias de los jóvenes preparó su arco y flecha atravesando el corazón de la joven.
El príncipe lloraba amargamente a gritos desesperados, les reclamaba a los dioses haber permitido esa desgracia, gritaba;
¡Oh dioses, tengan piedad de mí, no quiero perderla, quiero estar con mi amada quiero estar siempre con ella!. El blanco huipil se convirtió en una hermosa flor y Wayón, el dios de los pájaros cubrió al príncipe de cabeza a pies con su túnica roja y lo convirtió en el pájaro cardenal.
La leyenda cuenta que todas las mañanas baja el cardenal al cenote y se posa cerca de los lirios. Nicté Ha es una hermosa flor acuática.