En cada rincón de nuestra comunidad, hay historias que se entrelazan, creando un tapiz lleno de solidaridad y amor. Entre estas historias, destacan los rostros de mujeres, hombres y niños que, con sus acciones desinteresadas, transforman la vida de quienes los rodean; algunas de sus historias las reconocemos con gran orgullo y respeto.
Luego del paso de la tormenta Helen, el grupo de voluntarios de Hola Carolina se ha reunido reiteradamente en el Jackson Park de Hendersonville donde se encuentra el Hola Cultural Center, para preparar cada jornada de ayuda para la comunidad. Entre ellos, Silvia, quien junto a su familia perdió su hogar a causa de Helen, sin embargo, compartía su entusiasmo por contribuir. “Estamos muy felices de poder ayudar, la vida continua”. También su hijo pequeño Javi, con una sonrisa radiante expresó su alegría por ser parte del equipo que ayuda a la comunidad. A su lado estaba Fer, un joven que lleva alrededor de cinco días ayudando, es estudiante y vive en la comunidad. “Me siento feliz de poder ayudar, vengo cuando el tiempo me lo permite y aun así soy bienvenido”, comentó mientras organizaba las donaciones. Su pasión era contagiosa, y pronto otros comenzaron a unirse, inspirados por su dedicación.
El esfuerzo mancomunado de las mujeres, hombres y niños se convirtieron en faros de esperanza. Sus acciones, aunque pequeñas, son un recordatorio de que todos tenemos el poder de hacer la diferencia. En cada sonrisa, en cada abrazo, y en cada gesto de bondad, hay un reflejo de lo que significa ser parte de algo más grande: una comunidad unida por el amor y la compasión.Esta historia es un homenaje a esos rostros que, día a día, eligen el servicio y la generosidad. Que su ejemplo nos inspire a todos a seguir construyendo un mundo donde el amor y la solidaridad prevalezcan.