La Piedra del Sol, también llamada el Calendario Azteca, es un disco monolítico de basalto de olivino con inscripciones alusivas a la cosmogonía mexica y los cultos solares, la razón de su otro nombre es debido a que cuenta de los días, las eras y aspectos calendáricos. Mide 3.60 m de diámetro por 122 cm de grosor y pesa más de veinticuatro toneladas.
Las interpretaciones sobre la función y el significado de este monolito son diversas entre especialistas desde su redescubrimiento en el siglo XVIII, probablemente fue una plataforma de combate gladiatorio, involucrado en la festividad mexica Tlacaxipehualiztli.
Sobre este monolito están descritos los movimientos de los astros y algunos ciclos en donde los meses duran veinte días, los dieciocho meses y los siglos cincuenta y dos años.
La escultura tiene un estado de conservación estable, sin embargo su coloración original se fue perdiendo por los siglos de exposición a la intemperie, por la parte central, presenta daños por múltiples impactos de bala los cuales han desfigurado el rostro central.
Se dispone de algunos datos para rastrear tentativamente su historia desde el momento de su construcción, a principios del siglo XVI, Hernando Alvarado Tezozomoc, nieto del emperador Moctezuma II y bisnieto de Axayácatl, contó en Crónica Mexicatotl cómo su bisabuelo mandó esculpir en aquella piedra las figuras de los meses y años, días y semanas con tanta curiosidad que era cosa de ver, ocurrió en 1479, cuatro décadas antes del desembarco de Hernán Cortés en Veracruz. Alvarado Tezozomoc explica que, en aquel año, cincuenta mil indios de diversos pueblos cercanos a Tenochtitlan extrajeron el gigantesco bloque de una gran peña de la falda de la sierra grande de Cuyacan, la movieron con sogas gruesas y cartoncillos y la tallaron con pedernales recios y agudos a las órdenes de un artista, cuyo nombre, al parecer, era Tecpal.