Fundada en 1927 y con casi cien años a cuestas, la Pastelería La Ideal ha logrado su éxito gracias a una mezcla de sabor y tradición familiar.
Cada mañana, en la Ciudad de México, pululan cientos de puestos ambulantes que ofrecen café y delicioso pan dulce salido de unas inconfundibles cajas blanquiazules, son panecillos de la Pastelería La Ideal, uno de los negocios más antiguos y tradicionales de la capital mexicana.
Su historia se remonta a 1927, cuando don Adolfo Fernández fundó un modesto expendio de pan llamado ‘Ideal Bakery’ en el Centro Histórico, su casa matriz aún se encuentra en el mismo local de la calle 16 de septiembre, en el edificio que durante la época colonial fue el antiguo templo y exconvento de San Francisco, las personas se agolpaban para comprar y consumir el pan y las galletas que ofrecían.
Su encanto radica, por un lado, en sus más de 350 variedades de pan elaborado de forma artesanal hasta nuestros días, y por otro, en que se ha mantenido como una empresa familiar durante tres generaciones, Adolfo, abuelo; Adolfo, padre y Adolfo, hijo, y están preparando a sus sucesores.
Es empresa familiar y todos los que se han estado en ese puesto de dueños, le ponen más, les dan más importancia a muchas cosas que si fuera un empleado más a cargo de algunas responsabilidades, es toda la historia que tiene atrás y pues todo el trabajo de las personas que vinieron antes, cuidarlo y mantenerlo, María José Fernández, quien pertenece a la cuarta generación de propietarios y trabaja en la pastelería, al medio Culinaria Mexicana.
Alrededor de 150 personas laboran en tres turnos para producir entre 25 mil y 30 mil panes al día, los aparadores están repletos de delicias de la panadería mexicana, conchas, cuernos, banderillas, campechanas, orejas, panqués, pan tradicional, danés, pastas secas, pasteles de cumpleaños, bodas, bautizos, tartas, flanes, galletas, gelatinas, bocadillos, y muchas piezas más.
A pesar de la cantidad de panes que producen diariamente, cada generación se ha esforzado por mantener la calidad, el sabor y las recetas casi intactas desde sus inicios.
El pan se sigue haciendo de manera artesanal, por las manos de maestros panaderos, a diferencia de otras grandes panaderías que lo hacen con máquinas. Incluso tienen un álbum donde están todas las fotos de los panes y todas las fórmulas, mismas que nunca se cambian.
Los sobrantes de pan del día se entregan como donativos a casas hogar, lo que garantiza que cada día habrá solo pan recién hecho.