Uno de los tantos oficios de la época prehispánica y que prevalecen en nuestros días, es el oficio de cargador o tameme si lo quieres decir en náhuatl.
Los tamemes eran los encargados de cargar en sus espaldas a personas y todo tipo de objetos o mercancías. Los tamemes pertenecían a la clase de los macehuales y eran entrenados desde muy niños para este oficio, ya que en su edad adulta tendrían que cargar hasta 23 kilos y recorrer diario hasta 25 kilómetros para poder ser relevado por otro tameme.
Hoy en día nos puede parecer un oficio denigrante o esclavizante pero recordemos que en la época prehispánica no existían los animales de carga y alguien tenía que hacer ese trabajo. Con la ayuda de su mecapal, los tamemes recorrieron las costas, las montañas y los llanos.
Los tamemes fueron de gran ayuda durante la conquista de México, ellos cargaron en sus espaldas todos los implementos necesarios para derrotar a la gran Tenochtitlán como las maderas y las velas de los bergantines que después serían armados en Texcoco.
Durante el virreinato se siguieron requiriendo de sus servicios, ya que ellos conocían todas las rutas y los caminos que enlazaban a los pueblos. Incluso los grandes hacendados del siglo XIX los siguieron utilizando para ser cargados con sillas.
Hoy en día los podemos ver aún prestando sus servicios en la Merced o en las centrales de abasto, traen puesto su mecapal en la frente cargando en sus espaldas las mercancías como lo hacían hace mucho más de 500 años.