La Insensibilidad Congénita al Dolor es un desorden genético que afecta al sistema nervioso autónomo, que es el que controla la presión sanguínea, el ritmo cardíaco, el sudor, el sistema sensorial nervioso y la habilidad para sentir el dolor y la temperatura, los pacientes que la padecen interpretan de forma anormal los estímulos dolorosos que son como consecuencia, corren el riesgo de sufrir lesiones, traumatismos, fracturas, luxaciones, quemadura y morir más jóvenes, deben estar bajo supervisión en edades tempranas para que no se autolesionen involuntariamente, mordiéndose la lengua.
Incapacidad de sentir sensaciones de dolor, las personas con esta condición pueden sentir la diferencia entre calor y frío o entre objetos puntiagudos o no puntiagudos, pero no pueden detectar, por ejemplo, el dolor que se siente si una bebida caliente que la lengua.
Presencia de muchas heridas, moretones, huesos rotos, y otros problemas de salud que pueden pasar desapercibidos por la falta de conciencia de la falta del dolor.
Heridas en la boca o en los dedos de los hechos por mordidas repetitivas y múltiples lesiones relacionadas con quemaduras en los niños pequeños.
Muchas personas con insensibilidad congénita al dolor también tienen una pérdida completa del sentido del olfato.